Se trata de un modelo muy requerido y
deseado de la marca austríaca.
Novedades, diferencias y especificaciones.

 

Hay un estudio de Sociología que indica que el día más triste del año es el tercer lunes de enero. El informe está basado en encuestas de personas que viven en el Hemisferio Norte y está asociado con el fin del período de fiestas, el inicio del año y el crudo invierno de esa parte del planeta. En la Argentina -donde es verano y buena parte de la población está de vacaciones- es difícil asociar a ese lunes con la tristeza, pero así es la sesgada teoría del llamado “Blue Monday” (“lunes triste”).

Y como “Blue” también es un color, Volkswagen eligió al pasado lunes 18 de enero como la fecha indicada para presentar su modelo más alegre: el nuevo Polo Harlekin. Se trata de una serie especial del hatchback para el Segmento B (chico), que en principio sólo estará disponible en los Países Bajos.

El primer Polo Harlekin nació en 1995 y se convirtió en un éxito comercial, casi por accidente. La cosa fue así: Volkswagen creó unos Polo coloridos para explicar en los concesionarios su nuevo sistema de fabricación por bloques, pero el resultado de esos modelos de exhibición fue tan curioso y llamativo que los clientes decían: “Muy interesante, ¿me lo puedo llevar?”

En una primera etapa se produjo una serie especial de 1.000 Polo Harlekin, pero después llegaron pedidos de otros países. En total, se fabricaron 3.806 unidades. En Estados Unidos, donde el Polo no estaba disponible, se ofreció el llamado Golf Harlequin en 1996. Y en el Mercosur, donde no se ofrecían ni el Polo ni el Golf, surgió el Gol Top brasileño.

El proceso de producción de los Harlekin / Harlequin / Top era tan simpático como artesanal. Primero se fabricaban unidades convencionales en cuatro colores: Rojo Tornado, Amarillo Ginster, Azul Chagall y Verde Pistachio.

La diversión comenzaba al salir de la línea de producción. Se reunían los autos designados en un playón y se procedía al desmontaje de los paneles, en forma manual. Se mezclaban los diferentes colores y se volvían a ensamblar. La combinación no se hacía al azar: había cuatro patrones a seguir, para evitar que dos paneles de un mismo color quedaran pegados (arruinando el efecto payasesco).

 

¿Y cómo es posible saber cuál era el color original de cada auto? Fácil: los paneles estructurales eran los únicos que no se podían cambiar. El color base de uno de estos autos era el que tenía en el techo, los zócalos, el Pilar A (parante delantero) y el Pilar C (parante trasero). Otro truco consistía en levantar el capot: ahí se podía ver el color original de esa carrocería.

El nuevo Polo Harlekin se presenta justo cuando este modelo comienza a despedirse del mercado europeo. Para este 2021 está prevista la presentación de un restyling de la actual generación. Algunos de esos cambios y mejoras deberían implementarse más adelante en el Polo brasileño, que abastece a la Argentina

Por admin

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