Esa pieza está presente desde hace décadas en el lugar del acompañante, pero pocos conocen el motivo real por el que se las diseñó.

– Un hombre de negocios, que va de reunión en reunión con su costoso traje, lleva una percha siempre guardada en el auto para colgar su saco y poder llegar a su próximo encuentro sin perder su elegancia. Entonces cuelga el saco de esa pequeña manijita del coche ubicada unos pocos centímetros por encima de la ventana del acompañante.

– Un padre, asustado por el violento modo de conducir de su hijo o hija, con su flamante registro de manejo, se aferra a esa pieza, también llamada asa, como si fuese una manera de calmar los nervios y mantenerse un poco más a salvo en caso de un choque.

– Un viajero, agotado después de varias horas de ruta sentado en la misma posición, ya no sabe qué hacer con sus brazos y toma esa manija para que al menos la postura cambie por algunos minutos y su espalda esté un poco más aliviada.


A pesar de que la mayoría de los usuarios utiliza esa extraña, pero siempre presente, pieza del interior del auto. Ninguna de estas razones fue la que imaginaron los ingenieros que diseñaron y ubicaron ese pequeño pedazo de plástico allí.

El motivo real, es la movilidad. ¿Cómo? Según se explica en el sitio Technology.org, las «agarraderas» están principalmente allí para que las personas puedan subir y bajar de los autos con mayor facilidad. Si se sube a un vehículo grande, por ejemplo, puede usar la manija para trepar hasta el asiento del automóvil y luego volver al bajar al escalón o la vereda también es útil para no tener que saltar.

En tanto en un vehículo pequeño, la situación es inversa. Los mangos son especialmente útiles para personas con discapacidad, personas mayores y embarazadas. Utilizar esa manija para hacer la fuerza para levantar el cuerpo en una posición que a veces es incómoda puede ayudar a que el proceso de salida, sea más sencillo.

Mientras diseñaba la mini van Mercury Monterey, a principios de la década de 2000, un ingeniero de Ford Motor Company llamado Jared Glaspell armó una especie de simulador de embarazo para ver qué podría hacer que el vehículo fuera más cómodo para los futuros padres. «Hubo momentos en los que me ayudó mucho para descubrir cosas que jamás hubiera imaginado», dijo Glaspell a The Detroit News en mayo de 2003. «Me di cuenta de dónde estaban colocados los controles del panel de instrumentos. Quería más manijas para entrar y salir del vehículo».

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